Valladolid, tierra de vinos.

Vinos de Valladolid.

De Valladolid nos suena Ribera del Duero. Uno de los tintos de mayor calidad que se producen en España. Sin embargo, en la provincia sucede un hecho insólito. Cinco denominaciones de origen coinciden en su territorio. Aportando cada una de ellas su propia personalidad a los vinos. Son Ribera del Duero, Rueda, Toro, Cigales y Tierra de León.

Valladolid es una tierra plana. Meseta castellana. Con inmensos campos de cereales que parecen mares de oro cuando el trigo está maduro. Oasis de bosque entre tierras de cultivo, en los que aún se practica la caza, tanto mayor como menor. Y un anillo de viñedos alrededor de sus pueblos, como sucede en Peñafiel. Con su majestuoso castillo medieval sobre un peñasco en la cabecera del municipio.

Muchos viticultores de la zona se lanzan a elaborar su propio vino, orgullosos de la calidad de sus uvas. Como sucede con Bodegas Federico, en Pesquera de Duero, que desde 1986, llevan produciendo vino en su bodega familiar con las uvas procedentes de sus viñedos situados a diferentes alturas y con distinta orientación.

Como sucede en otras partes de España, el vino es mucho más que una bebida. Es cultura, tradición, historia. Hasta el punto de ofrecer una diversidad sorprendente.

Ribera del Duero.

Los tintos Ribera del Duero están en la élite de la etnología mundial. Rivalizan mano a mano con los de Rioja, hasta el punto de despertar pasiones entre los aficionados al buen vino. Hay quien dice ser más de Rioja, y hay quienes prefieren beber Ribera del Duero. Como si te tuvieras que decidir entre los Beatles o los Rolling Stones. O decir que eres del Barça o del Real Madrid.

Al igual que con los vinos de Rioja, la base de su producción está en la uva tempranillo, una uva autóctona española que soporta bien los fuertes cambios de tiempo. El frío helador del invierno y los veranos secos y calurosos. En su objetivo por elaborar vinos de primer nivel, los viticultores de la zona han incorporado en la producción otros tipos de uva, para añadirle matices y darle un toque diferente. Como la uva garnacha, de origen nacional, y Cabernet-Sauvignon, Malbec y Merlot, variedades procedentes de Francia.

La denominación de origen Ribera del Duero se extiende a lo largo de 115 kilómetros de curso del río por 4 provincias castellanas: Burgos, Soria, Segovia y Valladolid. Su denominación es relativamente joven. El acta fundacional del consejo regulador se firma en 1980 y el sello D.O. Ribera del Duero se legaliza en 1982. La iniciativa surge de un grupo de bodegueros y viticultores que deciden unirse para promocionar sus productos. Es tal la calidad de sus vinos, que en apenas 10 años ya eran conocidos mundialmente y considerados unos de los mejores vinos del mundo.

El etnólogo británico Tim Atkin, una de las voces más reputadas en el mundo del vino, afirma en el periódico El Correo de Burgos que la clave del éxito de “Ribera del Duero” se basa en su evolución y en su afán de superación. Es increíble el esfuerzo que se invierte porque la calidad de los vinos sea superior a la añada anterior. Algo que se puede apreciar visitando las bodegas y paseando por los viñedos.

En su opinión, Ribera del Duero es una de las historias más notables del mundo del vino. En solo 4 décadas de existencia, como marca, han logrado cosas impresionantes. Y lo mejor, según él, está por venir.

Rueda.

Si hablamos de vinos con personalidad, no podemos olvidarnos de los vinos blancos de Rueda. Un vino fresco, de sabor afrutado y con cierto cuerpo; tan diferente a los blancos que se elaboran en otras partes del país, como los vinos del Penedés, con un toque dulce, los vinos gallegos o los vinos finos del sur de España.

La clave de esta diferenciación está en la uva que se utiliza para su elaboración: El Verdejo, una uva autóctona de la zona, que solo se produce en esta parte de España.

La web tordesillas.net señala que se trata de la denominación de origen más antigua de Castilla y León. Legalizada en 1980. Si bien, ya en 1911 se aprobó una orden real que declaraba el “Vino de Medina”, que es como se conocía al vino de Rueda, como un vino de categoría especial, similar a los vinos de Jerez.

La Denominación de Origen Rueda abarca 72 municipios. De los cuales, 53 se encuentran en el sur de la provincia de Valladolid, 17 en el oeste de Segovia y 2 al norte de Ávila. Si bien, la mayor concentración de viñedos de verdejo la encontramos en los términos municipales de Rueda, La Seca y Serrada.

Cada año, durante el fin de semana central del mes de mayo, se celebra en Tordesillas el festival del Queso y del Vino de Castilla y León. Un multitudinario evento al aire libre que nos da la oportunidad de marinar los vinos de Rueda con los quesos curados de oveja de la región. La mejor combinación posible para estos vinos tan peculiares.

Cigales.

Es curioso como en tan poco tiempo, los vinos rosados de Cigales han pasado a competir en igualdad de condiciones con el rosado navarro, considerado el mejor vino rosado que se elabora en nuestro país.

El vino rosado de la zona siempre se ha producido por medio de una cuidada combinación de uvas blancas y tintas. Para las blancas se ha venido empleando las variedades Viura, Albillo y Verdejo, y para las tintas la garnacha y el tempranillo. Todas ellas cosechadas en la depresión que forma la desembocadura del Pisuerga en el Río Duero.

La Denominación de Origen Cigales se extiende por una superficie de 574 kilómetros cuadrados. Abarcando municipios de la provincia de Valladolid y Palencia. Situando su centro neurálgico en el municipio vallisoletano que le da nombre. Allí mismo se encuentra la Bodega Finca-Museo del Grupo Barón de Ley. A unos pocos kilómetros, en el municipio de Mucientes, podemos ver la Bodega Aula de Interpretación. Donde descubriremos cómo era una bodega tradicional de la zona y su evolución a lo largo de la historia.

Toro.

Toro se encuentra en la provincia de Zamora, pero en su denominación de origen se incluyen tres municipios de Valladolid: Villafranca del Duero, San Román de Hornija y Pedrosa del Rey. De hecho, la ciudad de Toro se encuentra a solo 20 minutos en coche de Tordesillas.

Toro ha sido famoso en España siempre por sus vinos tintos, compactos y con cuerpo. Como si fuera la sangre del animal que da nombre al municipio. Un vino afrutado, voluminoso, con capacidad de llenar la boca en cada sorbo y que deja un regusto dulce en el paladar. Para elaborarlo se emplea una uva autóctona de la zona: uva tinta de Toro. Al igual que sucede con la uva Verdejo de Rueda, su protección con la denominación de origen, además de tener un valor comercial, cumple la función de proteger uno de los recursos autóctonos propios del país. Esta extraña variedad de uva.

El vino de Toro es de color oscuro, casi negro, con destellos rojizos y bermellones. Con un aroma característico a frutas rojas. Tiene la capacidad de soportar prolongados envejecimientos en barrica, sin llegar a transformarse en brandi.

Un vino que compagina a la perfección con carnes rojas asadas o estofadas y con quesos de oveja añejos y curados.

Los vinos de Toro son unos de los que más graduación alcohólica presentan: 14,5 º, y ostentan el honor de ser el vino que escogió Cristóbal Colón para transportarlo en las carabelas durante su primer viaje a América.

 Tierra de León.

La denominación de origen Tierra de León obedece a una merecida consideración a una larga tradición en la producción de vinos. En la época de los romanos, ya se cultivaba la vid en el Bierzo leonés. Sin embargo, no es hasta el 2007 que se legaliza el Consejo de Regulación de la Denominación de Origen Tierra de León.

Esta denominación de origen abarca una superficie de 3.317 kilómetros cuadrados. La mayoría de ellos en la provincia de León, sin embargo, a ella están acogidos 19 municipios del este de la provincia de Valladolid.

Las bodegas de Tierra de León afirman que no hacen vinos viejos, elaborados a la vieja usanza. Se están adaptando a los gustos actuales, fabricando vinos pensados para compartir. Con poco más de 15 años de andadura, los vinos con esta denominación de ya están recogiendo premios y menciones en los certámenes internacionales. Un tercio de su producción se destina a la exportación.

El tinto leonés es jugoso y expresivo. Resulta fresco en boca y deja un curioso regusto mineral. Tiene un tacto aterciopelado y un aroma con una gran intensidad frutal. Bendecidos por una conexión natural, maridan a la perfección con la cecina de ciervo leonesa, potenciando los sabores en una simbiosis que deslumbra los sentidos.

Por la gran tradición vinícola de la provincia y por su ubicación privilegiada, Valladolid es un lugar idóneo para disfrutar y descubrir buenos vinos, consumiéndolos, acompañados, con su rica gastronomía.

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