La microbiota está de moda. Antes conocida como flora, este conjunto de microorganismos, bacterias, hongos, arqueas, virus y parásitos, se encuentra en todo el cuerpo. Su misión es variada y pueden clasificarse como microorganismo comensales, mutualistas o patógenos. El cuerpo humano es complejo y los sistemas microbianos que podemos encontrar en él, son igual de complejos. Concretamente el que se asocia al aparato digestivo, es uno de los ecosistemas microbianos de mayor complejidad, diverso y variado. En el cual se encuentra la mayor concentración de microorganismos del cuerpo.
El papel que juegan estos microorganismos es de gran relevancia, tanto en la salud, como en la enfermedad, por lo que ha sido, es y será, objeto de investigación. Las investigaciones realizadas, establecen su participación en lo relativo al metabolismo humano, la nutrición, la fisiología y la función inmunológica. Por lo que se considera de gran relevancia en todo lo concerniente a la salud y la enfermedad de las personas.
Las consecuencias del desequilibrio de la microbiota intestinal normal, se relaciona con todo tipo de enfermedades de carácter gastrointestinal, como la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino irritable o manifestaciones sistémicas de mayor amplitud, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la atopia. Lo que implica un compromiso en la piel.
Este sistema microbiano ha pasado, de considerarse un comensal acompañante a un órgano metabólico, con interesantes funciones a nivel nutricional. Del mismo modo que regula la inmunidad y la inflamación sistémica. El desarrollo y composición de la microbiota, se inicia en el nacimiento, justo en el momento que el recién nacido, atraviesa el canal del parto. Por lo que se dice que los bebés traídos al mundo por cesárea, muestran una cantidad más reducida de microorganismos presentes en el intestino, una vez cumplido el primer mes de vida, si se compara con los que nacieron de forma natural. Se cree que la colonización intestinal inicial, es esencial para dar forma a la composición que la microbiota intestinal del adulto tendrá.
El trabajo de la microbiota
Aunque se considera que el inicio de la colonización intestinal es clave, los factores externos incluyen en la carga microbiana del entorno inmediato, el tipo de dieta que se siga, así como los hábitos alimentarios y la composición de la microbiota de la madre, son por igual, determinantes. Por otro lado, se considera que el estrés en relación a la dieta y la temperatura, puede influir en la sucesión de los microorganismos. Razón por la cual, dentro de los factores internos, se incluyen el pH intestinal, las interacciones microbianas, la temperatura ambiental, los factores fisiológicos, los ácidos biliares, las secreciones, respuestas inmunitarias, terapia de drogas y los receptores mucosos bacterianos. Como nos explican desde Alyan Salud, especialistas en el diagnóstico de las enfermedades digestivas.
A nivel nutricional, la función de la microbiota intestinal reside en codificar una cantidad mayor de genes que el huésped humano, de lo que se deduce que puede realizar variadas funciones metabólicas que los humanos, no pueden llevar a cabo por sí mismos, o solo pueden hacerlo de manera limitada.
Las bacterias del intestino, pueden producir vitaminas de diversa variedad, sintetizar los aminoácidos esenciales y no esenciales y, llevar a cabo la biotransformación de la bilis. Siendo una de las funciones más importantes, contar con enzimas que transforman los polisacáridos complejos que, el intestino no puede digerir ni absorber, en monosacáridos y ácidos grasos de cadena corta. Entre ellos el ácido acético, propiónico y butírico.
Los dos primeros son absorbidos por la circulación portal, en tanto que el tercero, lo utilizan los colonocitos como fuente de energía. Por lo que los ácidos grasos de cadena corta, se pueden transportar al hígado, donde son utilizados para realizar la síntesis lipídica. Se estima que el gasto calórico derivado de esta digestión bacteriana, constituye un diez por ciento de la energía ingerida.
Por otro lado, el microbioma proporciona al organismo, las vías bioquímicas esenciales para que se produzca el metabolismo de los carbohidratos no digestibles, entre los que se incluyen los polisacáridos grandes como el almidón resistente, la celulosa o las pectinas. Algunos oligosacáridos que escapan a la digestión, azúcares y alcoholes no absorbidos y mucinas, son igualmente metabolizados.
Si nos pasamos a su función como protector, la microbiota, protege al huésped y propicia el desarrollo del sistema inmunológico. A nivel inmunitario, los microorganismos ejercen una función de efecto barrera o exclusión competitiva. Las células huésped de la pared intestinal, tienen diferentes lugares de unión a los que tienen las bacterias patógenas, por lo que estás, pueden ingresar en las células epiteliales.
Los estudios realizados en laboratorio, han permitido observar como las bacterias no patógenas, compiten por estos lugares de unión entre células epiteliales del intestino, lo que evita la unión y posterior entrada de las bacterias invasivas patógenas.
De tal manera que el desarrollo del sistema inmune de un huésped, puede verse afectado por interacciones continuas y dinámicas con la microbiota y sus metabolitos. Siendo las bacterias parte integral dentro del desarrollo del sistema inmune de la mucosa intestinal. Esto es así tanto a nivel de composición física como funcional.
Al mismo tiempo, la microbiota intestinal, se encuentra implicada en la prevención de la alergia, en lo que a una reacción desproporcionada del sistema inmune frente a antígenos dañinos, respecta. En la actualidad, se plantea la posibilidad de que sean los microorganismos intestinales, los que se ocupen de estimular al sistema inmune y lo entrenen, para que produzca una respuesta proporcional frente a los antígenos.
Microbiota, intestino y cerebro
Existe un sistema de comunicación conocido como eje intestino-cerebro, el cual integra la señalización neural, hormonal e inmunológica, entre el intestino y el cerebro, ofreciendo a la microbiota y sus metabolitos, la ruta directa para acceder al cerebro. Este sistema de comunicación, actúa en dos sentidos. El que permite que el cerebro controle las funciones gastrointestinales, como el peristaltismo y la producción de mucina, en primer lugar y, las funciones inmunitarias en segundo.
Las investigaciones realizadas, demuestras que el estrés influye de manera determinante en la composición de la microbiota intestinal, por lo que la doble comunicación entre microbiota y sistema nervioso central, influye en el estrés de la persona.
Con todo esto, se establecen asociaciones claras entre microbiota intestinal y enfermedades, síndromes o aberraciones funcionales.
Dentro del espectro de las enfermedades digestivas, aunque la causa precisa del síndrome del intestino irritable sigue siendo objeto de estudio, se cree que es multifactorial. Debida a factores genéticos, disfunción motora del tracto gastrointestinal, hipersensibilidad visceral, infección, inflamación e inmunidad, unidos a factores psicopatológicos. Si a este coctel se le añade el papel de la microbiota como cómplice de la inflamación intestinal cuando varia, la asociación con el síndrome es inevitable.
Por otro lado, el desequilibrio microbiano puede facilitar la adhesión de patógenos asociados al síndrome y, el correcto funcionamiento del metabolismo microbiano, a consecuencia de la pérdida o exceso del mismo.
Las consecuencias de un desequilibrio en la microbiota, no se asocia exclusivamente a enfermedades de carácter digestivo. Las metabólicas pueden igualmente, ser derivadas de una microbiota en mal estado. Los avances relacionados con la secuenciación de nueva generación o la disminución de los costes asociados, permite establecer un nexo entre la composición de la microbiota y la patogénesis de la obesidad. Los estudios más recientes, indican que no existe una vía exclusiva que induzca la obesidad mediada por la microbiota, sino una serie de mecanismos promovidos por la disbiosis intestinal de los sujetos obesos. Estos mecanismos confieren alteraciones a nivel de inflamación, permeabilidad intestinal y expansión del tejido adiposo. Aun así, no se descartan mecanismos que puedan asociarse a que la obesidad se mantenga más que a que la produzcan.
Otras investigaciones, hacen pensar que los riesgos relacionados con el desarrollo de la diabetes de tipo 2, pueden verse involucrados con la composición de la microbiota. En los estudios realizados se observa una disminución de las bacterias que producen butirato, lo que sugiere que la disbiosis funcional, puede tener asociación directa con la diabetes.
Por último, entran en escena las enfermedades alérgicas que, pueden estar relacionadas con el desequilibrio de la composición de la microbiota. La composición y la actividad metabólica de la microbiota, parece determinada en los primeros meses o años de vida, estando influida por factores relevantes como el nacimiento, los tratamientos con antibióticos, la lactancia y la dieta.
Algunos de los metabolitos como los ácidos grasos, derivados de la microbiota intestinal, las vitaminas y aminoácidos que regulan la respuesta inmunitaria, influyen en la aparición de alergias. Lo hace a través de diferentes mecanismos como la inducción de células T reguladoras, supresión del eje Th2, acción en las células presentadoras de antígeno, etc.
Existen más enfermedades que pueden estar asociadas a la microbiota, algunas relacionadas con la salud de la mujer, la piel o incluso de carácter endocrinológico. Cuanto más se estudia el campo de la microbiota gastrointestinal, más se conoce sobre su importancia e implicación en los temas de salud. Un desajuste o desequilibrio entre los microorganismos que la componen, conllevan un desajuste a nivel general y sistémico del organismo. Esto puede traer mayores o menores consecuencias. Lo que está claro es que no deja indiferente, tanto para la salud como para la enfermedad.




