National Geographic publicó la alarmante noticia de que el alcoholismo mata más mujeres ahora que nunca. Una realidad, la del alcoholismo femenino, que permanece encubierta.
Según un estudio publicado en Jama Netword Open, de la que se hace eco National Geographic, desde el comienzo del siglo XXI hasta el 2008, las muertes en Estados Unidos relacionadas con el alcohol se mantuvieron más o menos estables entre hombres y mujeres. La alarma saltó en el 2018, cuando las muertes en mujeres, relacionadas con esta adicción, creció un 15%, mientras en los hombres el aumento fue de un 12,8%. Desde entonces, el porcentaje no ha parado de crecer.
Para que esto suceda se ha tenido que dar la conjunción de dos factores. El consumo habitual de alcohol en mujeres es cada vez mayor. Según el estudio de Jama, en la franja de edad de 30 a 40 años, las mujeres estadounidenses beben más alcohol que los hombres. Por otro lado, el alcoholismo daña más el cuerpo de las mujeres que el de los varones. Aparte de enfermedades tradicionalmente relacionadas con el alcohol, como la cirrosis hepática, en las mujeres el consumo habitual de alcohol es un factor desencadenante del cáncer de mama.
Este fenómeno, que se describe con respecto a los Estados Unidos, se extiende de una manera u otra por gran parte del mundo. Igual que sucede en Norteamérica, la mujer alcohólica está más estigmatizada que el hombre y cuenta con menos apoyo social y familiar para su recuperación. Lo que hace que aún, a día de hoy, los problemas de alcoholismo en la población femenina se mantengan en secreto.
El alcoholismo en las mujeres siempre ha existido, aunque con una incidencia menor que en los hombres. El acceso de la mujer al mercado de trabajo y el aumento de su independencia, principalmente económica, en un mundo que continúa dominado por hombres, ha hecho que este fenómeno se haya disparado.
Conozcamos un poco más sobre la realidad del alcoholismo en las mujeres.
Una realidad oculta.
Un artículo redactado por el Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Valencia, publicado en la plataforma Elsevier señala que una de las características más habituales dentro del alcoholismo femenino es el ocultismo.
El hombre bebedor no esconde su consumo de alcohol frente a la sociedad. La mujer, sí. Un hombre que acostumbra a beber, lo empieza haciendo desde que se levanta. Desayuna un carajillo o se toma una copa después del primer café. Continúa bebiendo durante la jornada laboral en las distintas pausas que se dan en el trabajo. Al salir del tajo, sigue bebiendo por los bares por los que suele frecuentar, hasta que llega a su casa por la noche ebrio.
La mujer, por el contrario, aunque beba socialmente, mantiene un perfil discreto durante la mayor parte de día. Libera su adicción en ambientes festivos, como cuando sale una noche de marcha, y bebe sin limitaciones en entornos que siente controlados. Locales que considera de confianza o en su propia casa.
La adicción al alcohol en las mujeres les suele generar un profundo sentimiento de culpa, debido a la presión social de la que son objeto. Esto les conduce a mantener en secreto sus prácticas. Las cuales, suelen salir a la luz, cuando les genera problemas graves en el trabajo o con la familia.
Otro aspecto que recoge el artículo es que las mujeres suelen tener menos apoyo familiar y de sus parejas en los procesos de recuperación. Mientras que al hombre alcohólico se le ve, en cierto modo, como a un enfermo. A la mujer adicta se le concibe como a una persona que ha abandonado sus responsabilidades o que ha adoptado una actitud deshonesta. Añadiendo a sus problemas de dependencia una carga moral.
El alcohol, una droga social.
El alcohol es la única droga dura admitida socialmente. La adicción al alcohol genera tanta destrucción física y mental con respecto al adicto y a su entorno como la que produce la adicción a la heroína o a la cocaína. Solo que el alcohol está permitido y las otras sustancias están prohibidas.
En España se producen al año 20.000 muertes relacionadas directamente con el consumo abusivo de alcohol. Según el Ministerio de Sanidad, en nuestro país hay en torno a 3 millones de alcohólicos. Un 8,8% de la población española bebe alcohol a diario.
En nuestro país, el consumo de alcohol se considera un elemento de interacción social. Salimos con nuestros amigos a beber. En cualquier fiesta o celebración que se precie el alcohol es algo que no puede faltar. Para comprar alcohol o beber en cualquier sitio público basta con ser mayor de 18 años. No existe ninguna otra restricción.
Con esto no quiero decir que haya que prohibirlo. Solo estoy señalando que en nuestra sociedad, el alcohol está al alcance de todos y esto crea unas condiciones especiales de accesibilidad.
Cualquier persona que quiera emborracharse no necesita ni siquiera ir de bares. Basta con que compre botellas de licor en cualquier supermercado. Esto está relacionado con el ocultismo del que hemos hablado en el punto anterior. Puede consumir alcohol en grandes cantidades en su casa y que nadie o pocas personas lo sepan.
De hecho, en comparación con otras épocas históricas, como en los años 70 u 80, cuando nuestros padres eran jóvenes, puede que encontremos menos borrachos en los bares, pero la cantidad de alcohólicos no ha disminuido.
La estigmatización de la mujer bebedora.
Sin apartarnos de la interpretación social del alcohol, hay que señalar que se percibe de manera diferente el consumo en hombres que en mujeres.
A un hombre bebedor se le considera una persona alegre, divertida. Es el clásico borrachín que ameniza la fiesta. En determinados colectivos de hombres el consumo masivo de alcohol se considera un indicador de hombría. Cuanto más bebes, más macho eres. Solo hay que preocuparse de llevar al bebedor a casa cuando la situación se descontrola.
Una mujer que ha bebido demasiado se le ve como un ser frágil que le da derecho a otros hombres a aprovecharse de ella, generalmente, con intenciones sexuales. Socialmente, se le puede llegar a percibir como una mujer fácil o ligera de cascos. En cualquier caso, siempre se ve como algo rechazable. No está tan aceptado como la embriaguez en los hombres.
Una mujer que opta por beber a menudo en un bar termina rodeada de hombres. Aunque la sociedad española ha evolucionado bastante, los bares de bebedores siguen siendo territorios masculinos. Las mujeres que se atreven a adentrarse en estos lares son vistas como presas potenciales. Los hombres acuden a ella como moscas a la miel.
El alcoholismo es un fenómeno que ha roto y sigue rompiendo multitud de familias. Si el que se va de la pareja, por esta razón, es el hombre, lo hace solo, sin la responsabilidad de cuidar de los hijos. Su entorno más cercano, normalmente los padres, se sienten en la obligación de intentar ayudarlo a superar su adicción.
Si quién se marcha es la mujer, lo hace con los hijos a cuestas o delega su cuidado en otras personas, cuando no puede encargarse de ellos. Creándole, en este caso, un sentimiento de culpabilidad que le daña emocionalmente.
La realidad del alcoholismo en hombres y mujeres es diferente y, por tanto, su tratamiento debería ser distinto. Así lo afirma Nuria de Dona Adicciones, un centro de ayuda a las mujeres drogodependientes de Girona, que por su trabajo se ha tenido que enfrentar a muchos casos de alcoholismo en mujeres. Según nos cuenta, en el tratamiento de las adicciones es necesario introducir la perspectiva de género. En el alcoholismo, como hemos visto, es evidente.
Complicaciones para la salud.
Varios estudios médicos demuestran que el consumo abusivo y regular de alcohol daña más a las mujeres que a los hombres. Además de las clásicas complicaciones cardiovasculares y hepáticas que genera el alcohol, en las mujeres les hace proclives a padecer osteoporosis, menopausia prematura, infertilidad, abortos involuntarios, hipertensión y caídas con rotura de cadera.
Otros estudios señalan la relación directa que existe entre el consumo de alcohol y la probabilidad de padecer cáncer de mama. El riesgo global de sufrir cáncer de mama para cualquier mujer a lo largo de su vida es de un 9%. Si la mujer bebe dos copas de alcohol al día, la probabilidad aumenta un 10%; es decir, se coloca en un 19%. Si lo que bebe es una media de 6 copas diarias, la probabilidad se coloca en un 22%, sube 13 puntos.
Por razones fisiológicas, el cuerpo de la mujer está menos preparado para metabolizar el alcohol que el del hombre. Existe la idea extendida de que las mujeres se emborrachan antes que los hombres. Te puedo decir por mi experiencia que esto siempre no es así. Lo que sí parece que está demostrado es que la mujer necesita consumir menos cantidad de alcohol periódicamente que el hombre para generar dependencia.
Por su gravedad, el alcoholismo en mujeres es un tema que no debemos continuar ocultando y que deberíamos asumir como sociedad.