Si desde hace algún tiempo intuyes o descubres que alguno de tus seres queridos está pasando por una situación compleja relacionada con su manera de alimentarse, es probable que quieras ayudarle y acompañarle en todo lo posible. Se trata de una reacción muy comprensible que puede traer efectos positivos en el avance y la superación del problema. No obstante, al tratarse de algo delicado, personal, y vinculado a desórdenes mentales y adicciones, es importante que conozcas muy bien a qué te estás enfrentando exactamente, para poder hacer tu papel de acompañante de la mejor manera posible, no sólo en lo que refiere al apoyo, sino también a los límites.
La primera recomendación que podemos darte es que te informes muy bien sobre lo que le está ocurriendo a esa persona de tu entorno. Antes de alarmarte, debes identificar si realmente tiene un trastorno de la conducta alimentaria, si ya lo está tratando, o si, por el contrario, no sabe que lo padece. Según la definición que aporta la página oficial de Salud de la Comunidad de Madrid, los trastornos de la conducta alimentaria o TCA, son un conjunto de alteraciones graves relacionadas con la ingesta de alimentos como la restricción, los atracones, la obsesión por la imagen, etc., asociadas a determinadas anomalías psicológicas. Se trata de un problema muy común en la sociedad y, tal y como explica el informe de la Universidad de Alicante sobre alimentación y nutrición, son enfermedades que, seguramente, hayan existido siempre, aunque dependiendo de la época histórica, se manifestarían de una manera u otra. En los tiempos que corren, los medios de comunicación, la moda y el canon de belleza establecido en la sociedad, hacen que se asocie el cuerpo perfecto y deseado a la delgadez, generando presiones estéticas que invitan a querer adelgazar y, en última estancia, pueden derivar en un TCA.
A la hora de acompañar a una persona que está pasando por algo así, es importante mostrar empatía y comprensión con lo que ocurre. Nunca juzgues a esa persona por su comportamiento. Hazle entender que no tiene la culpa, y normaliza la situación. De esta manera, estarás generando un espacio seguro donde poder hablar sobre emociones. Escucha atentamente sus preocupaciones, y manifiesta con cuidado la tuya propia, como decimos, siempre desde la empatía, y nunca desde la censura o el enjuiciamiento. Comentarios como: “es que estás muy mal”, “estás loca”, “eres un esqueleto andante”, “tienes que comer”, etc. pueden perjudicar mucho la estabilidad emocional de quien padece un TCA. Es mucho mejor que, simplemente, expreses tu disponibilidad y ayuda, y, como mucho, preguntes con delicadeza y en el momento adecuado sobre si «últimamente está teniendo algún tipo de problema a la hora de comer».
En el caso de que el problema esté identificado, es hora de que acuda a algún centro de atención psicológica. Si la persona admite lo que le está ocurriendo, y sale de ella acudir a terapia, debes confiar, y mantener la calma. Es muy importante que acuda a un buen especialista, ya que existen métodos muy diversos a la hora de abordar cada caso. En la mayoría de ocasiones, los TCA están asociados a otros problemas o vivencias traumáticas, por lo que también hay que abordar cuestiones paralelas. El doctor José A. Hernández Hernández, con experiencia en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria, tiene como método, el abordaje simultáneo de los aspectos biológicos y psicológicos de los problemas mentales evitando enfoques parciales que tradicionalmente han perjudicado al paciente. De esta manera, el tratamiento se dirigirá hacia el “núcleo” del trastorno, con el objetivo de obtener un alivio de sus problemas a corto plazo, pero a largo plazo ofrecería también al paciente el entendimiento de sí mismo, proporcionando un cambio positivo y duradero en su forma de ser y de relacionarse.
En el caso de que tu compañero/a no se decida a ir a un especialista, y consideres que su salud peligra en extremo, porque se ha desmayado o ha padecido algún problema grave, entonces podrás ponerlo tú mismo en conocimiento de otros seres queridos o, en su caso, transmitirlo a las autoridades para que analicen la situación. Una vez iniciado el tratamiento médico-psicológico, lo mejor que puedes hacer es relajarte y estar disponible para cuando sea necesario. Nunca tengas una postura censora o hipervigilante. Por ejemplo, es muy habitual, al padecer un TCA, que la persona tenga dificultades a la hora de comer delante de los demás. Por mucha desconfianza que eso te genere, has de respetarlo ya que, de lo contrario, la situación se puede complicar.
En otra línea, algo que también podría ayudar a tus seres queridos, y a toda la población, es la concienciación por visibilizar, en el entorno, la existencia de los TCA, los cuales se esconden con frecuencia por vergüenza o miedo a la opinión ajena. Para ello, utiliza las redes sociales para compartir, en determinados momentos, información didáctica sobre el tema, siempre de páginas fiables; o acude a eventos y charlas sobre el tema. El primer paso para superar un problema, siempre es identificarlo y hablar de él.
Recuerda que tu labor sólo debe ser de acompañamiento. No es tu trabajo curar a esa persona, ya que solamente un médico especializado, y el paciente, pueden hacerlo posible. ¡Mucha suerte y ánimo!