Las separaciones y los divorcios no afectan a todos por igual. Mientras para algunos supone una liberación, para otros es un hecho traumático que les hunde en el abismo de sus vidas, provocando trastornos de índole mental y psicológica que les resultan difíciles de superar. Nos centramos en estas últimas personas.
Hay personas para las que una separación sentimental representa un duro golpe. Quizás todo apuntaba a que ese momento llegaría tarde o temprano. Las rupturas no se dan de la noche a la mañana, pero no lo veían o no querían verlo, pensando que todo lo que sucedía a su alrededor no era más que un bache pasajero.
El momento de la ruptura aparece. Y es como si el suelo desapareciera bajo sus pies. Como si el proyecto de sus vidas, por el que tanto tiempo llevaban batallando, se esfumara de repente. Y se encuentran perdidos, desorientados. Sin hallar sentido a sus vidas.
Eso mismo le pasó a mi amigo Ramón, cuando una tarde abandonó su casa, su hija y su mujer, porque llegó a la conclusión de que la situación era insostenible. Y a pesar de que fue él quien dio el paso definitivo. De su cabeza no podía borrar la pregunta de ¿cómo había llegado hasta allí?
Y alquiló un cuchitril en la ciudad donde se escondía por las noches. Un viejo piso de 30 metros cuadrados que bien podía servir de almacén. Y pasó meses que no hacía otra cosa que ir de su casa al trabajo, y del trabajo a su casa, evitando cruzarse con nadie.
Los amigos nos dejábamos caer por su nuevo piso los fines de semana con intención de animarlo. Cuando conseguíamos que nos abriera la puerta, cosa que siempre no hacía, nos sentábamos junto a él en el cochambroso sofá viendo alguna serie de Netflix. Y él, como si no estuviéramos. Apenas nos dirigía la palabra, absorto en sus pensamientos.
A base de mucho insistir, lo convencimos para que visitara a un psicólogo. Ramón necesitaba ayuda. Al final accedió. Yo mismo le acompañé a la primera visita en el Centro de Psicología Ánimus, un gabinete psicológico en el barrio de Barajas de Madrid, del que teníamos buenas referencias, ya que sabíamos que había tratado casos parecidos. La terapia le ayudó a Ramón. Aprendió a valorarse y cambió de posición, de modo que logró rehacer su vida.
Las fases de la ruptura.
Aunque como hemos dicho al principio, en este tema no es bueno generalizar, puesto que todos los involucrados no gestionan igual una situación de este tipo, la revista digital Cuídate Plus describe las fases por las que pasa una ruptura sentimental. Considero interesante comentarlas, ya que pueden ser de ayuda para aquellas personas que pasen por este trance. Las fases de la ruptura son:
- Fase de shock. Esta es la reacción que se produce en el momento en que se materializa la separación. Cuando una de las dos personas que viven juntos se marcha del domicilio conjunto. Esta fase puede durar días, semanas o meses, pero tiene una duración limitada. Se caracteriza por la incredulidad, por la negación. La persona afectada piensa que lo que está pasando no es real. Que la expareja volverá a su lado. Que la separación no va en serio.
- Fase de ambivalencia. Es una fase violenta. Dura. Llena de pensamientos negativos que hacen daño a la persona que los piensa y a su entorno. Es una época llena de reproches, de ataques. La persona que ha sufrido la separación tacha a su antiguo compañero o compañera de ser un ser inmundo. Al mismo tiempo, por momentos, pueden aparecer sentimientos de culpa y la sensación de ser víctima de una conjura que se ha cernido sobre nuestra persona. Esa una fase difícil de gestionar, pero que es preciso pasarla para poder avanzar.
- Fase de comprensión. Esta es una fase más racional. Menos movida por el dolor y el despecho. Las ideas de ambivalencia se van disipando poco a poco y nuestra cabeza la ocupa la voluntad de analizar la situación vivida. Nos empeñamos en analizar lo sucedido. En sacar conclusiones de lo que ha pasado para darle una explicación a la ruptura, o tal vez, para no volver a pasar por lo mismo.
- Fase de aceptación. Llega el momento en el que ya no le damos tanta importancia a la ruptura. Hemos asimilado la situación. Nos hemos convencido de que la relación rota no se puede rehacer. Estamos en condiciones de retomar nuestra vida en otros términos e, incluso, de emprender otra relación sentimental si el amor llama a nuestra puerta.
Trastornos mentales que pueden aparecer.
Es tal el carrusel de emociones en el que estamos envueltos durante la asimilación de la ruptura sentimental, que no es extraño que en alguna de las fases pueda aparecer algún trastorno o enfermedad mental.
Un estudio publicado en la revista norteamericana de psicología “Journal of Clinical Psychiatry” habla del estrés postraumático en los casos de divorcio. El divorcio es un cambio importante en la vida que puede implicar sentimientos de traición y de abandono respecto a una persona que era importante en nuestra vida, tensiones económicas e incertidumbre respecto al futuro.
El hecho de la separación nos puede provocar episodios de estrés, irritabilidad y dificultad para dormir. Hay un hecho detonante, la separación, pero el estrés se alimenta de los pensamientos que procesamos durante el proceso de asimilación.
La revista mexicana Psicología Científica habla de la depresión derivada de la separación sentimental y comenta varios estudios realizados al respecto. Como el que hicieron los psicólogos Nava, Vega y Toledo, sobre una base de 125 divorciados con hijos, de ambos géneros, residentes en México D.F. y en su área metropolitana.
El estudio llega a la conclusión de que el estrés postraumático puede degenerar en depresión en condiciones de poco apoyo social o familiar. En este estudio se afirma que la depresión es más frecuente en mujeres que en hombres, debido a que tienen una mayor vulnerabilidad social y a que, con frecuencia, son ellas las que se encargan del cuidado directo de los hijos en unas condiciones económicas peores de las que tenían anteriormente.
Por otro lado, este mismo estudio afirma que la depresión no se manifiesta igual en hombres que en mujeres. Los hombres afectados suelen esconderse detrás del consumo de alcohol o de drogas para no asumir la realidad, mientras que las mujeres tienden más al aislamiento social.
La ansiedad es otro de los trastornos mentales que pueden aparecer después de una ruptura sentimental. Esta se puede dar de diferentes maneras, Por medio de pensamientos obsesivos que impiden que la persona afectada se pueda relacionar con naturalidad con otras personas, a través del pánico a encontrarse con la expareja o con amigos conjuntos o por medio de una irritabilidad que se puede transformar en ira en determinados momentos.
Tips para superar la separación.
Si bien es evidente que la separación emocional puede resultar dolorosa, también es cierto que podemos hacer algunos cambios en nuestra vida para superar la ruptura con más facilidad. Estos son algunos consejos que pueden resultar útiles:
- No reprimir las emociones. Si hay momentos en los que necesitamos llorar o tenemos un ataque de rabia, es mejor expresarlo. Buscar un confidente amigo para compartir nuestros pensamientos y expresar cómo nos sentimos puede ser un ejercicio catártico y liberador que nos ayudará a liberar tensiones.
- Rodearnos de amigos y familiares. El apoyo social en estos momentos es decisivo. No se trata de avasallar con nuestros problemas a nuestros amigos, ni esperar a que ellos los vayan a solucionar. Lo que sí es importante es contar con un entorno que nos aporte seguridad, en el que no nos sintamos prejuzgados. Este entorno nos hará más llevadera la nueva situación y facilitará que gestionemos mejor las emociones.
- Nuevos objetivos y nuevas rutinas. Hacer cosas diferentes a las que hacíamos cuando estábamos en pareja nos ayudará a normalizar la situación. Es el momento de estudiar aquella carrera que siempre quisiste estudiar, pero nunca empezaste a hacerlo. O de volver a salir de marcha con tus amigos. Cosa que no hacías desde que te casaste. Fijarte nuevas metas ocuparán tu cabeza en objetivos de conquista proyectados a un futuro, frente a esas ideas recurrentes que te atrapan en el pasado.
- Cuídate a ti mismo. Una separación abre una herida, y la mejor manera de curar las heridas es cuidarse. Mejora tu alimentación, haz ejercicio, renueva tu vestuario, arréglate, date un capricho de vez en cuando. Tú te lo mereces.
- Evita el contacto con tu ex–pareja. Tu expareja es el pasado. Una realidad que debes dejar atrás. Ahora toca centrarte en el presente y en el futuro. En construir una realidad nueva. Si tu ex y tú compartís hijos, la relación se debe limitar al cuidado y la atención de los niños. No hay que intentar reconstruir algo que ya no existe.
Una separación o un divorcio es una situación delicada que va a afectar diferentes esperas de nuestra vida, incluido nuestro estado psicológico.